Querido hermano o hermana, en este momento de tu vida, cuando el dolor del divorcio aún está presente en tu corazón, te invito a ver este tiempo como una oportunidad para un crecimiento espiritual profundo y transformador. El sufrimiento es algo que, si bien no elegimos, puede ser un camino hacia la madurez espiritual si lo vivimos con fe, esperanza y confianza en Dios.
Por esta razón te motivamos a que no dejes por un lado tu comunión espiritual con Dios.