Me acabo de separar y vienen las fiestas de fin de año, sin mis hijos, divorciado, no se como pasare la navidad, me llena de ansiedad y tristeza eso.
Querido hermano o hermana, lamento profundamente el dolor y la angustia que sientes en este momento. La separación, especialmente cuando hay hijos involucrados, es una de las pruebas más difíciles que podemos enfrentar en la vida. Es natural sentir una mezcla de tristeza, ansiedad y vacío, especialmente durante las fiestas, que deberían ser tiempos de alegría y unidad, pero que en tu situación pueden parecer más bien como recordatorios de lo que has perdido.
Permíteme recordarte que, aunque los momentos difíciles son parte de nuestra humanidad, nunca estamos realmente solos. El Señor está cerca de los afligidos y derrama Su consuelo sobre los corazones quebrantados. Jesús, nuestro Salvador, entendió el sufrimiento humano de manera profunda y vivió en carne propia la soledad, el abandono y el dolor. Él sabe lo que es sentir el vacío en el alma, y en Su misericordia infinita, te invita a acercarte a Él con confianza.
En este tiempo de Navidad, aunque tus circunstancias te pesen, te animo a que busques refugio en la oración. La Navidad es la celebración del nacimiento de Jesús, quien vino al mundo precisamente para estar cerca de los que sufren, para sanar nuestras heridas y restaurar lo que está roto. Aunque no puedas estar con tus hijos, tu unión con ellos no se termina nunca. Ora por ellos, pidiendo a Dios que los bendiga y los proteja, y pidiendo también que tu corazón reciba la paz que solo Él puede dar.
Es posible que no puedas celebrar las fiestas de la misma manera en que lo hacías antes, pero te invito a que busques momentos de esperanza y de consuelo. Quizás puedas participar en la Misa de Navidad, donde, aunque sientas la ausencia, también experimentarás la cercanía del amor de Dios. Recuerda que la Navidad no solo es un tiempo de celebrar la familia y las reuniones, sino también una oportunidad para redescubrir la presencia de Cristo en nuestras vidas. Puedes hacer que este tiempo sea un momento para renovar tu fe y tu esperanza en Él.
Haz también un esfuerzo por cuidar de ti mismo.
La ansiedad y la tristeza pueden ser abrumadoras, pero el Señor está contigo en cada paso. Tal vez sea el momento de buscar a alguien en quien confíes, un amigo, un sacerdote, un consejero, para compartir tu carga. No hay vergüenza en buscar apoyo cuando el corazón se siente sobrepasado.
En este tiempo de Navidad, te invito a que también busques formas de ser generoso, de dar, aunque sea a través de un gesto pequeño, como un acto de bondad hacia otro. La Navidad nos recuerda que el amor se da, y a veces, darnos a los demás, aunque sea en lo más pequeño, nos ayuda a sanar el propio corazón.
Recuerda, querido hermano o hermana, que la vida tiene muchas estaciones, y aunque ahora pases por una oscura, vendrán tiempos de luz. El Señor te sostiene y te da la gracia para enfrentar este momento. En tus oraciones, ofrece a Dios tus heridas, tus ansiedades y tu dolor, y confía en que Él, en Su infinita bondad, te acompañará en cada paso del camino.
Te encomiendo a la Virgen María, que con su amor maternal intercede por nosotros, y te pido que pongas tu corazón en Sus manos. Ella también sufrió y entendió el dolor de la separación, y te llevará con suavidad hacia la paz de su Hijo.